Desde hace ya varios años se ha designado al mes de octubre como los 30 días de repetición constante y frecuente sobre el cáncer más prevalente y asesino que existe en el género femenino en este país, donde sabiendo desde hace mucho que esto es así, se ha planteado el mejor esquema de solución, que es la prevención, con soluciones cada vez más fáciles y accesibles, como las muy baratas y difundidas mastografías.
Una patología con potencial letal como el cáncer y sumado al contexto de un órgano que tiene que ver con la feminidad y con un alto valor de autoimagen como la mama, lleva de manera sustancial un nexo indisoluble con la salud mental.
Es claro, y así lo demuestran el tipo de organización institucional que se lleva a cabo en los mejores centros de atención al problema en el mundo, que siempre, siempre, siempre, se requiere de la intervención, cuando menos para evaluar a las pacientes de un equipo de profesionales de la salud mental, y poder hacer detección temprana de personas especialmente susceptibles y donde la intervención en el momento justo puede cambiar el desenlace, para bien, de un correcto apego al tratamiento y seguimiento estricto de las indicaciones, logrando un éxito.
Se trata de una enfermedad con un gran potencial de curación, con procesos de rehabilitación ya muy establecidos y armados, y donde, quiero poner el acento en que no nos olvidemos de saber y conocer el estado emocional de las pacientes. No todas requieren de atención súper especializada, pero desde el formato de grupos de apoyo, terapias de contención y soporte afectivo, psicoterapias especializadas o formalmente la intervención del psiquiatra, todo suma a seguir combatiendo de forma efectiva una patología que es y sigue siendo un problema de salud pública en el mundo.