El término ya de por sí es muy raro en su nombre y no sería extraño que algunas personas no crean que pudiera existir. Se trata de uno de los padecimientos que se engloban dentro de la clasificación de los trastornos de ansiedad. Las primeras descripciones que se hicieron de él se relacionaban a las experiencias casi supra humanas de sufrimiento que se podían llegar a padecer a mediados del siglo XX, como podían ser el estar afectado por alguna guerra, estar en un genocidio o ser damnificado de un desastre natural.
Evidentemente no todas las personas que son afectadas por una tragedia de tal dimensión van a presentar esta enfermedad, solamente las que reúnan estas características:
- Este acontecimiento puso en peligro la vida del afectado que respondió con un miedo y terror exagerados.
- El evento se «re experimenta» frecuentemente por medio de recuerdos, sueños o «flashbacks”.
- Existe una conducta de evitación de los elementos relacionados a la tragedia, como pueden ser algunas personas o actividades que tengan que ver con el evento traumático.
- La persona presenta síntomas constantes de hiperactivación. Estos son insomnio, ansiedad constantes, alteraciones de la atención y concentración y respuestas exageradas a los estímulos, “están como espantados”.
El punto mas importante de mi participación de esta semana es comentarles el fenómeno que se ha observado en los consultorios de psiquiatría con respecto a este padecimiento. Antes estos pacientes sólo se veían en los hospitales relacionados al ejército o las fuerzas armadas. Ahora lo vemos en el ejercicio cotidiano de la medicina gracias al incremento de la violencia social. Personas que sufren de un secuestro (ellos mismos o sus familiares), asaltos, que presencian una balacera o la irreparable pérdida de una familiar o amigo. Ahora les pido que hagan el ejercicio de aplicar los criterios diagnósticos que les puse arriba relacionados a grandes tragedias masivas y los apliquen a estas tragedias de la vida diaria en nuestro México.
Los afectados o sus familiares tienen miedo y terror exagerados, tienen “flashbacks” del evento, evitan los lugares y las situaciones donde presenciaron la situación desagradable y tienen síntomas de afectación física y emocional. Es por esto que los psiquiatras no militares vemos casos de estrés postraumático.