¿Alguna vez has sentido que eres un fraude? ¿Que hagas lo que hagas sientes que no eres suficiente para los demás? ¿Te ha pasado que piensas que si no haces todo perfecto, defraudas a los que quieres?
Últimamente he tenido la sensación de no ser suficiente para nadie, es como si tuviera que hacer y hacer cosas para que los demás se sientan orgullosos de mí. A lo largo de mi vida y después de varios malos ratos me he dado cuenta de cuantas cosas hago y sigo haciendo para que la gente me aplauda, me de mi estrellita y me reconozca… y esta columna no es la excepción. Tengo una vocecita que me dice que tengo que hacerlo todo perfecto, que tú que me estás leyendo digas: “¡qué increíble columnista, quiero ser como ella!”, porque si no pasa eso, siento que defraudo al mundo entero, siento que le fallo a las personas que me dieron la oportunidad de comenzar a escribir esta columna, y lo que es peor de todo es que he notado que cuando entro en este lugar dejo de mostrarme, dejo de ser yo y las cosas no salen del todo bien.
Estoy acabando la carrera y dándome cuenta que tengo que empezar a vivir la vida de un adulto: empezar a preocuparme por cosas por las que antes alguien más se preocupaba y las hacía por mi. Desde cosas tan sencillas como hablarle a un doctor cuando estoy enferma hasta cosas más grandes como dar terapia y ganar dinero. Estar en esta nueva etapa de mi vida y de “ser adulta” ha hecho que me paralice, que, como dirían mis maestros, gire sobre mi propio eje, y no haga nada; es como si tuviera una lista enorme de requisitos a cumplir para poder ser adulta en excelencia.
Siento que tengo que cumplir con miles de expectativas de la gente a mi alrededor, pero es probable que de hecho esas expectativas ni siquiera existan. Tengo cuatro grandes personas que admiro y que han sido mis maestros de vida, tres de ellos, quizá ya los conozcan, son los socios de Evolución Terapéutica (Amilcar, Alessia y Fabio) y el otro grande maestro de vida es mi hermano, y siento que cuando tengo que hacer cosas las debo hacer solamente para que ellos se sientan orgullosos de mi, a veces hasta busco hacer las cosas justo como ellos las harían, quiero ser como ellos y quiero que las cosas me salgan como a ellos pero una vez más en este proceso dejo de ser yo y de mostrarme.
Escribir esta columna, fue un gran reto para mí (aunque haya una voz en mi cabeza que diga que es una tontería que me haya costado trabajo), veo todos los peores posibles escenarios, me pongo a pensar en que quizá cuando mis amigas la lean van a decir que estoy loca o que a lo mejor todos aquellos que lo lean no van a querer volver a leerme o inclusive una parte catastrófica mía dice que voy a poner en ridículo a todos los demás que escriben de parte de Evolución Terapéutica.
Estoy casi segura que por el simple hecho de ser ser humano es probable que en algún momento hayas sentido que eres un fraude o que no eres suficiente; quizá te pasa en tu trabajo, con tu familia o con tu pareja que sientes que tienes que ser perfecto y hacer todas las cosas bien para sentir que eres suficiente para ellos.
Lo que a mi me ha ayudado y que podría funcionarte sería preguntarte, ¿esto que hago, en realidad es lo que me gusta? ¿Si fuera valioso, seguiría haciendo lo mismo? ¿Estoy queriendo llenar las expectativas que creo que los demás tienen sobre mí? ¿Si fuera la única persona en el mundo, sería y haría lo mismo que hoy?