¿Qué pasa cuando no te das cuenta de que tus pequeños actos de rebeldía te están perjudicando?
Para los que somos comedores emocionales, como lo platico en mi libro Libérate del hambre emocional, la rebeldía a nuestra historia de vida nos puede meter el pie para adquirir hábitos saludables a la hora de comer.
Te platico tres rebeldías que te hacen comer de más:
1.- Porque ahora tengo dinero para pagar lo que antes no podía, para comer lo que se me antoja.
Cuando se tuvo una vida con carencias, donde había un pan de dulce para cada uno a la hora de cenar o un refresco en el cine para todos o sólo un trozo de carne que te dejó con ganas de más, y hoy, en tu vida como adulto tienes el poder de pagar lo que quieres y hasta invitar a otros, no para presumir, sino para complacerte, es natural que al sentirte limitado en tu dieta diaria, recuerdes aquellos momentos de hambre que quizá prometiste nunca lo volverlos a vivir, así que te rebelas y abandonas tu nuevo plan alimenticio.
2.- Porque no me gusta que otros me ordenen, que me digan qué debo comer, cuánto debo pesar.
A veces es cansado seguir obedeciendo, si durante tu niñez o juventud eras un niño(a) bueno y hacías lo que tus mayores te ordenaban. Si para ganarte el cariño de otros tuviste que esforzarte mucho. Es natural que hoy te rebeles ante las reglas, que hoy decidas que tú puedes solo, que te moleste incluso cuando alguien sugiere qué te vendría mejor. Y cuando sientes que alguien más decide lo que debes comer, te rebelas y regresas a tus viejos hábitos para alimentarte.
3.- Porque es lo único que hago para mí, a la hora que yo quiero y como yo quiero.
Cuando has pasado mucho tiempo de tu vida cuidando y atendiendo a otros o tus obligaciones de la vida cotidiana no dejan tiempo para ti, para divertirte o para descansar, es natural que busques alguna forma de complacerte, de apapacharte. Cuando sientes que la dieta se vuelve un castigo porque te roba la única forma de sentirte bien o de recompensarte, te rebelas, decides que ya tienes suficiente con cuidar de otros, que mereces comer lo que te gusta y da consuelo, así que te rebelas regresando a tus hábitos anteriores para alimentarte.
Si tu forma de comer se ha vuelto una manera de rebelarte ante tu niñez o tu historia de vida, es momento de reconsiderar los resultados. Como lo propongo en mi libro Libérate del hambre emocional, pregúntate ¿con quién tratas de quedar bien?, ¿esta actitud, a quién beneficia?, ¿es la comida una fuente de consuelo?, ¿te enojas o te dan ganas de hacer lo contrario cuando alguien te dice cómo comer?
Sí, puedes seguir haciendo lo contrario de lo que otros dicen, puedes seguir comiendo para demostrar que ahora tú puedes, puedes seguir haciendo lo que deseas; pero si esta actitud te hace sentirte avergonzado contigo, es tiempo de cambiarla a tu favor.
Hoy puedes elegir actuar como el adulto que eres o puedes elegir complacer al niño que ya no está. Si quieres dejar atrás tus problemas con la báscula y la comida, es necesario que vivas como un adulto que puede cuidar de sí mismo sin importar lo que otros hicieron o siguen haciendo y darte cuenta de que al rebelarte ante un nuevo plan alimenticio, en realidad te niegas la posibilidad de darte salud y bienestar.
Marisol Santillán, psicoterapeuta Gestalt.
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