Con enfermedades como los síndromes demenciales siempre se trata de adivinar y detectar cuales son los primeros síntomas que hay que tomar en cuenta y detectar para saber cuando acudir al médico y poder detener el deterioro. Me gustaría prender el foco con una situación, la aparición de alteraciones en el estado de ánimo, del tipo de depresión, en un adulto mayor, que previamente no manifestaba estos problemas, es un correcto dato de alerta.
Existe una estadística apabullante. El 82% de los portadores de un síndrome demencial comienzan su padecimiento con la presencia de apatía, síntoma súper relevante que suele ser motivo de una demanda de cuidados clínicos, y donde un profesional avezado frecuentemente buscará más datos y probablemente llegue a la conclusión de un trastorno depresivo mayor.
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En el seguimiento longitudinal en el tiempo, seguirían dos molestias más en los pacientes: las alteraciones en el sueño, del tipo insomnio y sueño interrumpido; y formalmente, las fallas en la memoria reciente, en los recuerdos de situaciones cotidianas, constructo que conocemos como memoria de trabajo; y que llevan, innegablemente a errores en ejecuciones de tareas.
Moraleja… no nos tomemos a la ligera los debuts de depresión en nuestros mayores, demos seguimiento con profesionales, y preguntemos sobre la necesidad de estudios más específicos en cuanto al funcionamiento cognitivo y así, poder detectar estos desórdenes en forma prematura y hacer las intervenciones congruentes.
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