Obligadamente tenemos que comenzar por definir el término sarcopenia. Con este nos referimos a la pérdida de masa muscular que se presenta en el adulto mayor y que es un conocido factor condicionante de una gran cantidad de complicaciones, ojo, potencialmente evitables. Se calcula que se inicia en el adulto medio, dependiendo de su regularidad en la actividad física, y que después de los 65 años se acelera un 10% de pérdida por cada década que se sigue cumpliendo años. Se le ha relacionado con la presencia de un franco incremento en el riesgo de caídas y sus complicaciones, fracturas diversas, pérdida de la independencia, aumento de la mortalidad, mayores costos en la atención médica, peor calidad de vida y hasta una potenciación en la presentación de trastornos de salud mental, incluyendo los de deterioro cognitivo.
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A este respecto, el riesgo de padecer una demencia en alguien de 65 años es de alrededor del 4.5% de la población, mientras que los que padecen sarcopenia lo presentan hasta en el 12%. Incluso estudios muy recientes muestran que el mejor generador del promotor del crecimiento y reconexión neuronal (BNDF por sus siglas en inglés) es la actividad física regular.
Después de estas cifras, el gran tema es como se evita y como se recupera una sarcopenia. Esto se logra con una combinación de una dieta balanceada, con una buena dosis de recuperación de proteínas de muy buena calidad y que no excedan las disminuciones en la excreción de las mismas con el deterioro de la función del riñón; y la combinación de una actividad física regular que mezcle un par de días de ejercicio aeróbico con otro par (mínimo) de ejercicios de resistencia muscular que incrementan esta masa y les mejora una variedad de datos metabólicos como la normalización de los índices de insulina.
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