El vampiro de Düsseldorf ¿quién fue este asesino serial?

El vampiro de düsseldorf

El vampiro de Düsseldorf, asesino serial, cometió actos atroces, le encantaba beber de la sangre de sus víctimas.

El vampiro de düsseldorf
Peter Kürten, El vampiro de Düsseldorf´- foto vía El sol de Hermosillo.

El vampiro de düsseldorf

Peter Kürten mejor conocido como el vampiro de Düsseldorf nació el 26 de mayo de 1883 en Mülheim, lo que hoy se conoce como Colonia en Alemania, pertenecía a una familia extremadamente pobre, fue el tercero de 13 hermanos.

Peter desde pequeño presencio cosas espantosas, además de la pobreza en la que vivía, solía presenciar la violencia de su padre alcohólico, este se encargaba de golpear constantemente a su madre, además de que violaba a sus hermanas, Peter observaba estos actos de violencia constantemente, por lo que a los 8 años decidió huir de casa, cansado de todo lo que vivía a diario.

 Llegó a Düsseldorf, donde prácticamente se convirtió en un criminal para lograr sobrevivir, también comenzó a torturar animales, este acto le encantó por lo que se volvió constante.

Primeros asesinatos

Con tan solo 10 años al poco tiempo de abandonar su hogar, terminó con la vida de dos amigos ahogándolos en un río, no sintió arrepentimiento ni dolor, al contrario, este acto le encantó.

Este hecho fue considerado como un «accidente» y se dejo pasar.

Pasaron varios años más para que Peter volviera a matar.

Actos zoofílicos

Desde muy temprana edad comenzó a llevar acabo actos zoofílicos, tuvo una sexualidad mal encaminada por lo que había presenciado en casa, con la ayuda de un amigo suyo (un drogadicto) comenzó a masturbar perros y posteriormente empezó a tener sexo con ellos.

Peter Kürten llevó sus actos zoofílicos más lejos, tornándose cada vez más sádicos, después de que se dió cuenta que si los degollaba cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, esto le causaría mucho más placer, le encantaba mirar como la sangre salía de sus cuerpos.

A sus 14 años, encontró trabajo en una perrera, por lo que pudo convertir sus deseos en realidad, se encargó de violar, torturar y matar a una gran cantidad de perros callejeros.

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Conforme fue creciendo, fueron aumentando sus oscuros deseos, cometió muchos delitos, como robar por lo que fue detenido a la edad de 17 años, fue encarcelado y por ser delitos de grado menor salía rápidamente, en prisión comenzó con la idea de matar gente.

Al salir de prisión, comenzó a quemar al menos tres graneros al día, le encantaba observar las llamas y masturbarse con los chillidos de los animales que morían calcinados, incluso algunas personas murieron en estos incendios.

Sin piedad

El 25 de mayo de 1913, Peter Kürten, decidió entrar a robar una casa, sin embargo a la hora de entrar se percató de que en su interior se encontraba una niña de trece años llamada Khristine Klein, que estaba durmiendo en su habitación, Tras comprobar que no había nadie más en la casa, la estranguló y degolló hasta casi decapitarla.

«Entre en una casa de Wolfstrasse, cuyo inquilino era de apellido Klein, fui hasta la primera planta. Abrí varias puertas y no encontré nada digno de robar, pero en la cama vi a una muchacha durmiendo de aproximadamente diez años cubierta con una cobija gruesa de plumas. Tenía un pequeño cuchillo en el bolsillo con el cual corté su garganta.

Peter Kürten

El padre de la niña, Peter Klein, fue nombrado culpable del asesinato de su propia hija ya que Kürten dejó en la escena del crimen un pañuelo con sus iniciales, PK, que casualmente coincidían con las del padre.

Después de ese asesinato, Peter ya no logró detenerse, comenzó a eyacular en sus víctimas ya que esto le producía un gran placer, mientras observaba como se regaba su sangre, justo como lo hacía con los animales.

Dentro de los crímenes más atroces, se incluye el asesinato de dos hermanas de cinco y catorce años, que jugaban en un parque cerca del bosque, a quienes engaño para después asesinarlas, posteriormente comenzó a beber la sangre de sus víctimas.

Ejecución

Los interrogatorios dieron a Kürten la oportunidad de satisfacer de nuevo su enorme ego.

 Confesó alrededor de setenta actos criminales entre los que se incluían agresiones sexuales, asesinatos y actos de piromanía. 

Mencionó que a veces prendía fuego a edificios abandonados «con la esperanza de ver salir ardiendo del interior a vagabundos que pernoctasen dentro».

Entre sus fetiches destacaba principalmente la sangre: decía que le causaba un gran placer estar en contacto con ella, tanto que a veces la bebía.

Este trastorno se denomina hematodipsia o vampirismo clínico, y ha sido frecuente diagnosticado en otros personajes históricos y asesinos en serie como la condesa húngara del siglo XVI Elizabeth Bathory.

Tras escuchar sus fuertes declaraciones, el jurado no dudó en condenarlo a muerte al considerarlo culpable de nueve asesinatos. 

Kürten no protestó ni intentó apelar, por lo que aceptó la pena en silencio.

 Su ejecución por guillotina se fijo para el 2 de julio de 1931, en Colonia, esto conforme al portal National Geographic.

Sus últimas palabras antes de morir:

«¿Después de que me corten la cabeza, podré oír como brota la sangre de mi cuello?».

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