Existe un cúmulo de explicaciones que nos gustaría dar al final de una consulta con un paciente que le estamos prescribiendo antidepresivos, pero que, por prioridades, por tiempo, por comodidad o por dificultad para explicar; resulta especialmente difícil lograrlo en una cita habitual. A continuación, quiero enumerar algunos de estos importantes puntos:
1) Los antidepresivos nos son adictivos, ni siquiera son medicamentos controlados. La misma depresión es la que tiende a la cronicidad, por esa razón, algunos casos requieren manejo por tiempo indefinido.
2) Los antidepresivos no suben de peso. Algunas moléculas pueden incrementar el apetito y a través de este mecanismo es que, siempre y cuando el paciente no ejerza su voluntad de cumplir una dieta saludable, tenderá a subir de peso.
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3) Los antidepresivos no me cambian la personalidad. No se hacen ser alguien diferente al que ya soy, sólo funcionan en los síntomas afectados por la enfermedad depresiva. Hay que mencionar que existe un evento adverso que se conoce como embotamiento emocional, que sí en el manejo crónico pueden inhibir un poco la percepción íntegra de mis emociones, algo digno de comentarse con su psiquiatra.
4) Usar antridepresivos no me favorece el presentar enfermedades mentales más graves. Definitivamente, no incrementan la prevalencia de esquizofrenia, ansiedad, y menos de Enfermedad de Alzheimer, al contrario, tratar a tiempo y efectivamente un episodio depresivo, disminuye la posibilidad de tener una enfermedad neurodegenerativa.
5) Usar antidepresivos no me tiene “zoombie”, ni en el completo uso de todas mis facultades intelectuales. Los pacientes pueden conducir automóviles, desempeñar sus empleos y estudiar sin ningún problema, de hecho, mejorar la severidad de su depresión los poner mejor atención y concentración, ejecutar con más eficacia y tomar mejores decisiones. Definitivamente, el más indicado y abocado para resolver cualquier duda de medicamentos en específico es tu médico especialista en salud mental.
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